Día Mundial contra la Hepatitis 2023:

La hepatitis no puede esperar

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Desde el 2011, cada 28 de julio se celebra el Día Mundial contra la Hepatitis, una de las nueve campañas emblemáticas de salud que la OMS organiza anualmente. Esta fecha se eligió por ser el cumpleaños del doctor Baruch Blumberg, científico ganador del premio de Nobel que descubrió el virus de la hepatitis B (VHB) y desarrolló pruebas para detectar el virus y vacunas contra la enfermedad.

El mundo sufre actualmente a un nuevo brote de hepatitis aguda infantil de causas desconocidas. La OMS, en colaboración con científicos y responsables políticos de los países afectados, está trabajando para entender el origen de estas infecciones, que aparentemente no son provocadas por ninguno de los cinco tipos conocidos de virus: A, B, C, D y E.

Este nuevo brote sirve para recordar los miles de casos de hepatitis víricas agudas que afectan cada año a niños, adolescentes y adultos. La mayoría de las hepatitis agudas causan síntomas leves e incluso pueden pasar desapercibidas, pero en algunos casos provocan complicaciones e incluso la muerte. Se ha calculado que en 2019 se produjeron en el mundo 78 000 muertes por complicaciones de infecciones agudas por los virus de las hepatitis A, B, C, D y E.

Las iniciativas mundiales priorizan la eliminación de las hepatitis B, C y D. A diferencia de las hepatitis víricas agudas, estos tres virus causan hepatitis crónicas que duran décadas y provocan más de un millón de defunciones al año por cirrosis o cáncer de hígado; además, están detrás de más del 95% de las muertes por hepatitis. Aunque disponemos de las orientaciones y las herramientas necesarias para diagnosticar, tratar y prevenir las hepatitis víricas crónicas, estos servicios no suelen estar al alcance de las comunidades y, en ocasiones, solo se pueden obtener en hospitales centralizados o especializados.

Hay cinco cepas principales de virus que causan hepatitis: A, B, C, D y E. Juntas, las hepatitis B y C son la mayor causa de muerte, con 1,4 millones de defunciones al año. En plena pandemia de COVID-19, las hepatitis víricas siguen matando a miles de personas cada día.

La OMS pide a todos los países que colaboren para eliminar las hepatitis víricas como problema de salud pública de aquí a 2030.

PROTEGER a los lactantes de la infección. Todos los recién nacidos deberían ser vacunados contra la hepatitis B al nacer y recibir posteriormente al menos 2 dosis adicionales

DETENER la transmisión de MADRE a HIJO. Todas las embarazadas deberían someterse a pruebas de rutina para detectar la hepatitis B, la infección por el VIH y la sífilis y recibir el tratamiento necesario.

NO DEJAR A NADIE ATRÁS. Todas las personas deberían tener acceso a los servicios de prevención, pruebas y tratamiento de la hepatitis, incluidas las personas que se inyectan drogas, los reclusos, los migrantes y los grupos de población más afectados.

AMPLIAR el acceso a las pruebas y al tratamiento. Las pruebas y el tratamiento oportunos de la hepatitis vírica pueden prevenir el cáncer de hígado y otras enfermedades hepáticas graves.

MANTENER los servicios esenciales relativos a la hepatitis durante la pandemia de COVID-19. Los servicios de prevención y tratamiento de la hepatitis son esenciales incluso durante la pandemia de COVID-19

“Eliminar la hepatitis”

De los 325 millones de personas que viven con hepatitis viral en todo el mundo, más de 290 millones (9 de cada 10 personas), se encuentran con hepatitis B o hepatitis C sin saberlo.

Las hepatitis B y C constituyen un serio problema de salud; son causa de cáncer hepático y producen 1,34 millones de muertes al año. Una de las dificultades que presentan las hepatitis virales B y C para su control mundial, es que son enfermedades que no presentan síntomas y su detección es casual. Por lo tanto se debe trabajar estratégicamente con planes precisos para diagnosticarlas. Actualmente la mayoría de las personas que conviven con alguna de las dos hepatitis crónicas B o C, no lo saben y la enfermedad continúa su evolución pudiendo producir cirrosis o cáncer de hígado.

Ambas son infecciones crónicas que pueden mantenerse asintomáticas durante años o decenios. Al menos un 60% de los casos de cáncer hepático se deben a un diagnóstico y tratamiento tardíos de las hepatitis B y C. La baja cobertura de las pruebas diagnósticas y del tratamiento es el problema más importante que hay que resolver para lograr los objetivos de eliminación mundial para 2030.

En la actualidad existen vacunas para hepatitis A y B que evitan contraer estas enfermedades y tratamientos que curan la hepatitis C. Por lo que en esta fecha se insta a promover acciones para la detección temprana de las hepatitis virales.

Fuente: OMS