Cada 15 de octubre se celebra el Día Mundial del Lavado de Manos, una fecha impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para promover este sencillo, pero esencial, acto de higiene.
Lavarse las manos es una de las maneras más eficaces para prevenir la propagación de enfermedades infecciosas, especialmente entre los más vulnerables, como los niños y personas con sistemas inmunitarios comprometidos.
El objetivo de esta conmemoración es fomentar que el lavado de manos se convierta en un hábito diario en todo el mundo. Esta práctica, que previene infecciones que afectan principalmente el sistema digestivo y respiratorio, es fundamental para evitar complicaciones más graves.
El lavado de manos tiene una larga historia que comenzó en el siglo XIX con el Dr. Ignaz Semmelweis, un obstetra húngaro que descubrió la relación entre la higiene de manos y la fiebre puerperal en mujeres que acababan de dar a luz. Semmelweis observó que las infecciones mortales podían prevenirse si los médicos se lavaban las manos antes de atender a las pacientes. Aunque en su tiempo fue rechazado por la comunidad médica, hoy su legado sigue siendo crucial en la prevención de infecciones nosocomiales.
Lavarse las manos es un acto clave de prevención. No solo es sencillo y accesible para la mayoría de las personas, sino que también es la forma más económica de reducir el riesgo de infecciones. Según la OMS, el lavado de manos está directamente relacionado con la lucha contra la resistencia antimicrobiana (RAM), una de las mayores amenazas para la salud pública mundial.
Durante la pandemia de COVID-19, esta práctica cobró aún más relevancia. El lavado de manos no solo fue una herramienta clave para mitigar la propagación del virus, sino que también ayudó a reducir otras infecciones respiratorias y digestivas.
Las manos son un vehículo principal de transmisión de gérmenes. Estudios recientes demuestran que los microorganismos pueden sobrevivir en superficies durante horas o incluso días, dependiendo del tipo de material. Por ejemplo, una persona que tose o estornuda puede liberar hasta 3.000 gotas cargadas de gérmenes, que pueden permanecer en superficies hasta 30 horas.
Lavarse las manos con agua y jabón puede prevenir enfermedades graves, como diarreas infecciosas y afecciones respiratorias. Se estima que el correcto lavado de manos podría evitar:
Además, ayuda a prevenir enfermedades virales, como la influenza, y bacterianas que pueden desencadenar complicaciones severas, especialmente en niños y adultos mayores.
Para que el lavado de manos sea realmente eficaz, se recomienda seguir cinco pasos esenciales:
El proceso debe durar al menos 20 segundos para garantizar la eliminación de los gérmenes.
El contacto con otras personas, superficies y objetos a lo largo del día hace que se acumulen gérmenes en las manos. Puedes infectarte con estos microorganismos al tocarte los ojos, la nariz o la boca, o trasmitirlos a otras personas. Si bien es imposible que las manos no tengan gérmenes, lavárselas con agua y jabón con frecuencia puede ayudar a limitar la transferencia de bacterias, virus y otros microbios.
El lavado de manos es una acción tan simple como efectiva, que sigue salvando vidas y protegiendo a las personas de enfermedades infecciosas. En este Día Mundial del Lavado de Manos, recordemos la importancia de incorporar este hábito en nuestra rutina diaria para protegernos a nosotros mismos y a quienes nos rodean.