El consumo excesivo de sal/sodio afecta adversamente la presión arterial, convirtiéndose en un problema de salud pública que afecta a millones de personas en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una ingesta diaria máxima de 5 gramos de sal (2 gramos de sodio) pero la mayoría de las personas consume mucho más.
Del 11 al 15 de marzo se celebra la Semana de la Concientización del Consumo de Sal, una oportunidad para reflexionar sobre los riesgos asociados a un consumo excesivo de sal y tomar medidas para reducir su ingesta.
Los riñones son los órganos responsables de mantener el equilibro de agua y minerales en el organismo, filtra y elimina las toxinas y segregar ciertas hormonas. También es el encargado de regular la presión arterial y filtran la sangre para eliminar el exceso de sal. Es por esto, que el consumo excesivo de sal puede ser un problema para los riñones, ya que les obliga a trabajar más de lo normal, causando estas deficiencias:
Retención de líquidos: Esto obliga al hígado, riñones y corazón a trabajar por encima de sus niveles normales.
Acumulación de sal en tejidos y órganos: El exceso de sal en el organismo se acumula en tejidos y órganos, impidiendo que los riñones puedan filtrar adecuadamente la sangre.
Aumento de la cantidad de proteína excretada en la orina: un factor de riesgo importante en la disminución de la función renal.
Cálculos renales: Depósitos duros que se forman en los riñones.
Hipertensión (HTA): presión arterial alta que daña los vasos renales y causa nefropatía, que a su vez retiene más sal.
Además, la HTA es un factor de riesgo cardiovascular frecuente y uno de los mayores riesgos de padecer un infarto. Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo. Los infartos de miocardio y los accidentes cerebrovasculares se cobran más de 17 millones de vidas al año y se estima que la cifra ascenderá a 23 millones para el año 2030.
Según el Ministerio de Salud el consumo de sal en Argentina es de 12 a 13 gramos por día por habitante (más del doble de lo que deberíamos consumir). El 60% de la sal que se consume proviene de los alimentos procesados (envasados, enlatados, congelados, panificados, snacks), y el resto es la sal que agregamos a las comidas.
Se estima que, disminuyendo solo 3 gramos de sal de la dieta de la población, se evitaría el 10% de la mortalidad por enfermedad cardiovascular y con la reducción de 1 gramo de sal del consumo diario de toda la población se evitarían unos 20.000 eventos cardiovasculares y cerebrovasculares por año y alrededor de 2.000 muertes.
Es importante reflexionar en esta Semana de la Concientización sobre el Consumo de Sal, que el consumo excesivo de sal representa un problema de salud pública con graves consecuencias para la salud individual y colectiva. La hipertensión arterial y la enfermedad renal crónica son solo algunas de las enfermedades que pueden prevenirse mediante una reducción en la ingesta de sal.
Si bien existen dificultades para reducir el consumo de sal, como la presencia de sal oculta en alimentos procesados y la falta de información sobre los riesgos de su consumo excesivo, es fundamental tomar medidas para proteger nuestra salud.
Al tomar medidas para reducir el consumo de sal, podemos mejorar nuestra salud y prevenir enfermedades.