Día Nacional del Donante Voluntario de Sangre

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El propósito es promover la donación de sangre como práctica habitual, voluntaria, solidaria y anónima, y fomentar estilos de vida saludables entre los donantes habituales, condiciones esenciales para garantizar sangre segura.

En el año 2004 fue promulgada La Ley Nacional 25.936, que establece el 9 de noviembre como el Día Nacional del Donante Voluntario y Habitual de Sangre.

Esto se realiza en conmemoración de la primera transfusión de sangre realizada en el país, el 9 de noviembre de 1914, en el Instituto Modelo del Hospital Rawson de la Capital Federal, por el Dr. Luis Agote. Aquel acontecimiento que hizo posible la conservación de la sangre en estado líquido con citrato de sodio, fue el punto de partida en todo el mundo para el desarrollo más importante hasta entonces conocido, para el traspaso de sangre entre humanos que tantas de vidas permitió salvar.

Según se estima, en nuestro país, se requieren alrededor de 1.500.000 donantes por año para alcanzar la autosuficiencia. Donar sangre solo lleva un poco de tiempo y no produce molestia alguna.

En este sentido, se busca dejar de lado el paradigma del “donante de reposición”, formando y concientizando donantes voluntarios, que sin responder a una necesidad o requerimiento concreto, se acercan a cualquier centro de salud y donan sangre, plasma o componentes sanguíneos, por su propia voluntad y sin recibir ninguna forma de pago ni recompensa.

La donación voluntaria de sangre es la mejor forma de obtener sangre segura. Este tipo de donantes tienen menor riesgo de ser diferidos en las distintas etapas de la donación (entrevista médica y controles pre-donación, extracción y análisis posterior), al mismo tiempo que se demuestra una menor prevalencia de infecciones transmisibles por transfusión.

Sabías que…

  • Una donación tarda aproximadamente 15 min.
  • En Argentina se necesitan 5000 donaciones diarias.
  • Solo el 35% son voluntarias, queremos llegar al 100%.
  • Cada vez que donás sangre podés ayudar a salvar hasta cuatro vidas.

¿Quiénes pueden donar sangre?

  • Personas entre 18 y 65 años, que pesen más de 50 kilos y gocen de buena salud.
  • Presentar DNI, C.I. u otro documento que acredite su identidad.
  • No debe estar en ayunas.
  • Entre una donación y otra deberá pasar por lo menos 8 semanas.

Al momento de la donación:

  • Presentar DNI, C.I, pasaporte u otro documento que acredite la identidad
  • No se debe estar en ayunas

En todas las campañas y donaciones se pide respetar las recomendaciones nacionales e internacionales de bioseguridad frente a la situación de Pandemia por COVID-19.

La investigación y el descubrimiento de Luis Agote

Luis Agote nació en Buenos Aires el 22 de septiembre de 1868 y falleció el 12 de noviembre de 1954. Médico e investigador argentino fue el primero en realizar en el mundo transfusiones de sangre indirectas sin que la sangre se coagulara en el recipiente que la contenía.

Primeras transfusiones registradas

La primera transfusión de sangre registrada fue la hecha entre perros por el médico inglés Lower alrededor de 1666. En 1667 el científico francés Jean Baptiste Denys hizo una transfusión a un ser humano usando sangre de carnero. En el siglo XIX se hicieron experiencias de transfusión directa de sangre entre personas, a veces con consecuencias fatales por la ignorancia de las incompatibilidades sanguíneas. La delicada tarea se llevaba a cabo conectando la arteria del dador con la vena del receptor a través de una complicada intervención quirúrgica. Se necesitaba un lugar con asepsia extrema, no se podía medir con precisión la cantidad de sangre transferida, el dador necesitaba mucho tiempo para recuperarse y se exponía a riesgos como infecciones, embolias y trombosis.

En el año 1900 el investigador austríaco Karl Landsteiner identificó algunas de las sustancias sanguíneas responsables de la aglutinación de los glóbulos rojos, logrando por primera vez identificar grupos sanguíneos y algunas de sus incompatibilidades.

Luis Agote, preocupado por el problema de las hemorragias en pacientes hemofílicos, encaró el problema de la conservación prolongada de la sangre con la colaboración del laboratorista Lucio Imaz. Sus primeros intentos, como el uso de recipientes especiales y el mantenimiento de la sangre a temperatura constante, no dieron resultado. Buscó entonces alguna sustancia que, agregada a la sangre, evitara la coagulación. Luego de muchas pruebas de laboratorio in vitro y con animales, Agote, aunque sin conocer el origen bioquímico del comportamiento, encontró que el citrato de sodio (sal derivada del ácido cítrico) evitaba la formación de coágulos. Esta sustancia, además, era tolerada y eliminada por el organismo sin causar problemas ulteriores.

La primera prueba con personas se hizo el 9 de noviembre de 1914, en un aula del Instituto Modelo de Clínica Médica, teniendo como testigos al Rector de la Universidad de Buenos Aires, Epifanio Uballes, el decano de la Facultad de Medicina, Luis Güemes, el Director General de la Asistencia Pública, Baldomero Sommer, y el intendente municipal, Enrique Palacio, además de numerosos académicos, profesores y médicos. Durante la misma un enfermo que había sufrido grandes pérdidas de sangre recibió la transfusión de 300 cm3 de sangre previamente donados por un empleado de la institución y conservados por la adición de citrato de sodio. Tres días después el enfermo, totalmente restablecido, fue dado de alta.

Luis Agote, lejos de los centros científicos más importantes y avanzados, logró resolver el problema de las transfusiones que angustiaba a los miles de médicos reclutados por los ejércitos europeos durante la Primera Guerra Mundial. Fue un gran aporte a la medicina mundial, que contaría desde entonces con un método de transfusión de sangre simple, inocuo y fácil de ejecutar por un profesional idóneo. El periódico estadounidense New York Herald publicó una síntesis del método de Agote y percibió sus proyecciones futuras, afirmando que tendría muchas otras aplicaciones además del tratamiento de hemorragias agudas.