Ante la sospecha de embarazo, se debe realizar la primera consulta médica para comenzar cuanto antes con los cuidados y controles.
La recomendación es asistir al control una vez al mes hasta el 7º mes, luego cada 15 días entre el 7º y el 8º mes y finalmente cada semana entre el 8º y 9º mes.
Los controles son fundamentales para monitorear el normal desarrollo del embarazo, y de esta manera prevenir y superar eventuales complicaciones; así como también acompañar adecuadamente en la preparación para el parto y la lactancia materna.
Entre las 7 y 9 semanas es habitual y recomendable, programar la primera visita al médico. En ella se valorarán los posibles riesgos de la gestación, aunque la mayoría de los embarazos son de bajo riesgo. También se registrará el peso y la tensión arterial, y se controlarán el resto del embarazo.
Entre las 8 y las 12 semanas de embarazo se deberá programar el primer análisis de sangre, que informará acerca del estado sanguíneo, del grupo y factor sanguíneo de la madre y se analizarán las pruebas de infecciones (en términos médicos serologías) que permitirán saber si se han pasado determinadas enfermedades. También se determinarán los anticuerpos del HIV. Es muy importante realizar todas estas pruebas dado que, si la madre tuviese una infección, podría pasar al feto pero en muchos casos es posible tomar medidas para reducir este riesgo.
A partir de la semana 22 ya se puede escuchar el latido cardiaco del feto. En la consulta del ginecólogo, se escucha el latido cardiaco con un aparato eléctrico poniendo un cursor con un poco de gel sobre la pared abdominal en la zona donde se sospecha que está el corazón y escuchándolo a través de un pequeño altavoz. Es importante recordar, que en estas semanas a veces cuesta localizar el latido cardiaco debido a los movimientos del feto y a las diferentes posturas que éste adopta.
Entre las 24 y las 28 semanas es el momento de realizar la analítica de segundo trimestre: se solicitará el hemograma para valorar si existe anemia, la serología de toxoplasma en caso que fuese negativa en el primer trimestre y la prueba oral de tolerancia a la glucosa. Este último permite detectar embarazadas con un mayor riesgo de tener diabetes durante la gestación y se realiza de forma rutinaria en el segundo trimestre.
De la semana 33 a la 37 es el momento de realizar los análisis del tercer trimestre: donde vuelve a realizarse un hemograma para valorar la anemia y la serología de toxoplasma si la gestante no está inmunizada, además de una prueba coagulación previendo la administración de analgesia peridural si la gestante lo desea.
Entre la semana 35 y 37 se realiza un cultivo vaginal, para descartar la presencia del germen Streptococo agalactiae. Si resultara positivo, se administrará antibióticos durante el trabajo de parto para prevenir una eventual infección del bebé.
Si te vacunas durante el embarazo, te proteges a vos y a tu bebé. Por eso es muy importante que recibas las vacunas que corresponden a esta etapa:
Te tenés que aplicar una dosis luego de la semana 20 de gestación para proteger al bebé. Esta vacuna protege contra la difteria, tétanos y tos convulsa.
En esta etapa podés iniciar o completar el esquema (son 3 dosis).
La dosis anual se puede aplicar en cualquier trimestre del embarazo
A lo largo del embarazo, tu bebé crece y se desarrolla; por eso es importante que te alimentes bien.
Siguiendo una dieta saludable incorporarás los nutrientes necesarios para que tu bebé sea fuerte y sano.
Algunos de esos nutrientes son las vitaminas, los minerales, las proteínas y las grasas. Cada uno de ellos tiene una función especial relacionada con el crecimiento y desarrollo del bebé. Por ejemplo: algunos ayudan a formar los músculos, otros los huesos, otros el sistema nervioso, otros transportan el oxígeno.
Y no te olvides de:
Se denomina “transmisión vertical” a la transmisión de una infección u otra enfermedad de la madre a su hijo antes o inmediatamente después del parto. Hay varias enfermedades que pueden transmitirse de esta manera: el VIH/sida, el zika, la sífilis, la toxoplasmosis, la enfermedad de Chagas, las hepatitis B y C, el citomegalovirus y otras.
Para algunas de ellas, te harán estudios de rutina. En el caso del VIH/sida, tendrás que firmar antes un consentimiento informado y únicamente vos podrás retirar el resultado ya que es confidencial.
Con una detección temprana de estas infecciones, es posible evitar la transmisión al bebé.
Para prevenir el riesgo de transmisión de estas enfermedades, usá preservativo en todas las relaciones sexuales.
Prestá atención a estas señales de alerta:
En general, el riesgo de COVID-19 para las mujeres embarazadas es bajo. Pero el embarazo aumenta el riesgo de enfermedades graves con la COVID-19. Las mujeres embarazadas que tienen el virus parecen tener más probabilidad de desarrollar complicaciones respiratorias que requieran cuidado intensivo que las mujeres que no están embarazadas, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. Aún no se sabe la frecuencia con que la COVID-19 causa problemas durante el embarazo, o afecta la salud del bebé después del nacimiento. Algunas investigaciones sugieren que las mujeres embarazadas que tienen la COVID-19 tienen más probabilidad de tener un parto prematuro, y que es más probable que sus bebés necesiten ser internados en la unidad neonatal.
Comunícate de inmediato con tu profesional de salud si tienes síntomas de la COVID-19 o si has estado expuesta a alguien que tenga la COVID-19. Se recomienda que te hagas la prueba para detectar el virus lo antes posible.
Fuente: Ministerio de Salud - El control del embarazo